Los precios de muchos alimentos y servicios aún se mantienen elevados o presentan un comportamiento irregular, para los consumidores. Los factores económicos globales y la inflación condicionan esa realidad, que impacta principalmente en las familias de menores ingresos y recursos limitados. 

La presencialidad parece empujar el crecimiento y recuperación del consumo masivo y de distintas categorías. Según información de Apoyo Consultoría, los segmentos socioeconómicos C, D y E destinan más del 45% de su gasto total en el consumo de alimentos.  Si analizamos el gasto del nivel socioeconómico C podemos encontrar una mejor comprensión de ello. Un 45% de los recursos mensuales de dicho segmento, son empleados en el gasto de alimentos (un 34% lo emplea en alimentos dentro del hogar y 11% en alimentos fuera del mismo); un 10% es empleado en transporte y un 46% se destina a otros gastos. 

Las necesidades alimenticias son prioritarias y en los niveles socioecómicos de menos recursos, el gasto en alimentos es el más protagónico. Sin embargo, el consumo de ellos fuera del hogar guarda un porcentaje que se incrementa respecto al C. En el NSE D, las familias gastan el 52% de sus ingresos en alimentos (39% dentro del hogar y 13% en alimentos fuera de él). El segmento E utiliza un 56% de su dinero en alimentación (42% dentro de casa y un 14% fuera de ella). 

El consumo de los hogares peruanos en alimentos, se focaliza en 10 productos, en los que gastan más: pollo, carne, huevos, arroz, papa, azúcar, harina, pan, fideos y aceite. Ellos concentran el 58% del gasto promedio de los hogares peruanos. En segmentos como el D y E, dichos productos llegan a representar incluso la cuarta parte de los gastos totales.  

El encarecimiento de productos afecta la frecuencia y calidad de compra; pero también la proporcionalidad. “Las porciones más pequeñas” suelen ser un comportamiento más recurrente; sin embargo es el menos preferido. Como opción, se incrementa la búsqueda de alternativas con un menor precio promedio.  

Ajustar el consumo de algunos alimentos y de los servicios básicos del hogar son medidas paleativas. La percepción de la variable de precio-volumen“grande” se torna más importante, como lo reportaba Nielsen desde 2018.  

Ya en 2021, la frecuencia de compra venía reduciéndose; sin embargo, el crecimiento del consumo mantiene un registro alentador, sobre todo si miramos la época pandémica. Los factores económicos externos influenciarán de forma más significativa en el consumo, si no se experimentan cambios en el corto plazo.