En la gestión comercial se busca diferenciar nuestros productos o servicios de los competidores. En los commodities, la gestión de canales de distribución y ventas posee un gran impacto en la rentabilidad. Además, si el sector es fragmentado (tiene muchos participantes), el nivel de responsabilidad y madurez de sus miembros cobra extrema relevancia.  

Para entenderlo, examinemos el mercado del huevo. Según INEI, en enero, se registró un crecimiento en su producción del 1.39%, respecto al mismo periodo 2021, debido al aumento de volúmenes en las principales regiones productoras.  En los siguientes meses, el sector fue muy impactado por la subida global de costos de maíz y soya, insumos, medicamentos, etc. La crisis de la cadena de suministro afectó su producción y su costo.  

El huevo ha sido uno de los productos de la canasta básica que tuvo una exoneración tributaria temporal, de la cual ya no goza. La producción formal bordea solo el 45%, aproximadamente. Los productores o granjeros formales buscan eficiencias como mejores compras de insumos, mejor productividad por ave, entre otras capacidades; pero tienen claras desventajas frente a los informales: no pagan impuestos, no generan puestos de trabajo formales, etc.  

Ese escenario, permite entender lo sensible que es “la gestión de inventarios del huevo”, a través de los canales de distribución, por su impacto en el precio, la oferta y en los consumidores. En la arquitectura de canales, el primer eslabón de la cadena es el granjero o productor, que posee un comodity de un periodo de vida máximo de 30 días y que requiere de un flujo de caja semanal para alimentos y otros costos; en el segundo, encontramos a los mayoristas. En Perú, casi el 75% de la producción de huevos se distribuye y vende a mercados y bodegas,  a través de mayoristas.  

Esta estructura  asigna una gran responsabilidad al mayorista, cuyos intereses podrían llevarlos a especular con los niveles de inventarios en el canal. Por ejemplo, si algún mayorista -espontánea y/o deliberadamente- decide dejar de comprar, motiva a que otros mayoristas también lo hagan. Ello hace que el precio de venta del granjero baje, generándole pérdidas y un impacto en su flujo de caja. Esto, que sucede entre el primer y segundo eslabón, hace que el mayorista incremente su rentabilidad en el corto plazo, al comprar con un precio menor al productor sin trasladar la rebaja en el precio de venta minorista o al consumidor.   

Si la corrida especulativa es grande y prolongada, incluso produce la quiebra de pequeños productores y la reducción en la oferta futura; generando una potencial subida en el precio de venta al público.  

En mercados commoditizados, la solución frente a la especulación es promover la transparencia entre sus miembros. Por ejemplo, la creación de una plataforma tecnológica o marketplace B2B, regulado por un gremio que represente a todos los actores. Funcionaría como una “bolsa de productos” o una “bolsa de commodities” -como las que operan en Inglaterra, EE.UU. y otros países- haciendo que el precio de venta dependa de la demanda y no de la especulación. Ello mejoraría el comportamiento de ofertantes y demandantes, el establecimiento de precios justos en beneficio del consumidor y promovería la formalización.  

El precio del huevo -como el de otros commodities- depende del costo de insumos, de impuestos, la arquitectura del canal de distribución, la responsabilidad, la fragmentación y formalidad de sus miembros, la gestión de los inventarios y las acciones gremiales que generen transparencia.