En las últimas semanas, la Asociación de Avicultores del Sur denunció que han venido ingresando por contrabando más de 3,8 millones de huevos provenientes de Bolivia, al mercado nacional. Más allá de las pérdidas económicas que acumula esta industria, y el riesgo de salubridad, debemos considerar el impacto social: 1 millón de familias y productores que dependen de esta actividad. ¿Por qué se llegan a dar estos escenarios? La gestión de canales de distribución y ventas de los commodities tiene un gran impacto en la rentabilidad; y si el sector tiene muchos participantes, el nivel de responsabilidad y madurez de ellos es vital.
El huevo ha sido uno de los productos de la canasta básica que tuvo una exoneración tributaria temporal. La producción formal bordea solo el 45%, aproximadamente. Los granjeros formales buscan eficiencias como mejores compras de insumos, mejor productividad por ave y otras capacidades; pero tienen claras desventajas frente a los informales.
En la arquitectura de canales, el primer eslabón de la cadena es el granjero o productor, que posee un comodity de un periodo de vida máximo de 30 días y que requiere de un flujo de caja semanal para alimentos y otros costos; en el segundo, encontramos a los mayoristas. En Perú, casi el 75% de la producción se distribuye y vende a mercados y bodegas mediante mayoristas.
Esta estructura asigna una gran responsabilidad en ellos, cuyos intereses podrían llevarlos a especular con los niveles de inventarios en el canal. Por ejemplo, si algún mayorista decide dejar de comprar, motiva a que otros también lo hagan. Ello provoca que el precio de venta del granjero baje, generándole pérdidas y un impacto en su flujo de caja. Un mayorista podría incrementar su rentabilidad en el corto plazo, al comprar con un precio menor al productor sin trasladar la rebaja en el precio de venta minorista o al consumidor.
Si la especulación es grande y prolongada, produce la quiebra de pequeños productores y la reducción en la oferta futura; generando una potencial subida en el precio de venta; contrabando de productos y otras acciones ilegales.
La solución es promover la transparencia entre sus miembros. La creación de una plataforma tecnológica, regulada por un gremio que represente a todos y que funcione como una “bolsa de productos o commodities” -como en Inglaterra y EE.UU.- haría que el precio de venta sea justo y dependa de la demanda y no de la especulación.